Cuando los tontos manden sobre los listos

Es, más o menos, el título de uno de los capítulos del libro de Daniel Goleman «Inteligencia Emocional«. Pensándolo bien, en el libro aparece como un hipótesis, pero en la actualidad conozco más de un caso!!!

Llevaba mucho buscando el momento de leer el libro, publicado en 1.996, pero no conseguía sacar tiempo para ello. Estas vacaciones han sido el momento. No, no lo he acabado, muchas páginas «y poco gráfico».

En el libro se expone la idea de que nuestra Inteligencia, la que conocemos por medio de los test de CI, no es un seguro de éxito en la vida. Existen procesos y «circuitos» en nuestro cerebro que hacen que se disparen mecanismos milésimas de segundo  antes de que nuestra parte más racional haya sido capaz de recibir, procesar y desarrollar una respuesta «racional». En resumen, es esto a lo que se denomina Inteligencia Emocional.

Me quedo más tranquilo (La próxima raza en dominar la tierra) ya que las máquinas nunca serán capaces de reaccionar emocionalmente … si lo hicieran sería por una programación «racional» de su software, por lo cual no sería emocional … que lío.

Daniel Goleman propone en su libro que este tipo de inteligencia es «entrenable», que la podemos mejorar e intentar optimizar de manera que saquemos provecho, tanto a nivel personal como de empresa, de este tipo de inteligencia. Expone también que la Inteligencia «tradicional» la del CI y la emocional no son incompatibles, si no que el conjunto de las dos es el mayor responsable del éxito profesional y personal de cada individuo.

Cuenta también que las empresas (el libro esta escrito en 1.996) cada vez más tienen en cuenta este tipo de inteligencia, pero lo deben hacer muy de soslayo, pues es realmente complicado encontrar una, al menos en algunos sectores, donde no le den importancia excesiva a la «titulitis» (sinónimo de CI) y por el contrario tengan «pruebas» que comprueben la capacidad de adaptación de la respuesta ante un estímulo, aplicando dicha respuesta en el grado e intensidad justa a la requerida por la situación.

En definitiva, no por tener un doctorado deberías ser más feliz (esta es una medida muy subjetiva de éxito) que alguien que no tiene estudios. Sin embargo si eres inteligente emocionalmente, si sabes manejar tus emociones y controlarlas a tu antojo, posiblemente llegarás al objetivo que te marques. Todo esto queda refrendado en el libro por estudios realizados sobre individuos durante varios años.

Cualquier aspecto que permita crecer como persona me parece interesante, este concepto creo que lo es, y mucho.

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